Sobre el antifeminismo

Algo que me gustaría aclarar es que las críticas al feminismo que hago desde esta página no son por rivalidad ideológica ni por rencor gratuito, mucho menos por intenciones conservadoras. Quizás hay quien piensa que es un error focalizar mucho en la crítica al feminismo, cuando muchos de los problemas de los hombres nacen de las expectativas sociales tradicionales hacia el varón, y la falta de empatía hacia su sufrimiento. Por eso entiendo cuando algunas de las personas que me asesoran en la creación de contenido y la divulgación de ideas consideran que me desvío de la idea principal, que es la de promover compasión hacia los problemas masculinos.


Pero es bueno aclarar también, como lo hago en la entrada principal del blog, que ese es sólo uno de los tres pilares del trabajo de "El Fin de la Misandria". Otro pilar es promover la compasión mutua, también hacia las mujeres, y el oponerse a cualquier forma de sexismo que se pueda comprobar, no solo la misandria. Y el tercer pilar, tan importante como el primero, es oponerse a toda forma de dogma ideológico. Y ahí es donde se hace hincapié en muchas críticas al feminismo, ya que a veces sus ramificaciones más extremistas rayan lo sectario, y ya no se puede considerar como algo aleatorio y típico de todos los movimientos, cuando las manifestaciones hembristas del feminismo germinan y toman el control político en todos los países, sean del primer mundo, del segundo, o del tercero. Ante este fenómeno, creo yo, tenemos un problema en la base de la ideología misma.

Y cuando las ideologías se vuelven un dogma, estas ya no son opresivas para un solo género, sino que son opresivas para toda persona que se someta a sus reglas. Es así que mientras que a los varones se les pide reconocer supuestos privilegios y sentir culpa por lo que no hacen, también se incentiva a las mujeres a desarrollar una mentalidad de víctima. Se les alienta a seguir la narrativa que dice que la sociedad las oprime sistemáticamente. Se les dice que en el trabajo las discriminarán salarialmente (algo demostrado como falso incontables veces, pero no importa), que si elige carreras de ciencias los machos no la dejarán entrar, que si se esfuerza en el trabajo no le darán su merecido ascenso, que al salir a a la calle correrá un gran peligro de ser violada y/o asesinada, que al formar una pareja correrá alto riesgo de sufrir violencia "de género", todo esto último se asevera gratuitamente cuando está estadísticamente refutado. De alguna manera retorcida se les enseña a las mujeres a creer falazmente que no sólo los hombres se benefician a su costa, sino que el mundo es un lugar siniestro que va en contra de sus deseos. Es ahí donde reside el corazón de una ideología corrompida, en el alentar la culpa y el arrepentimiento perpetuo en los varones por un lado, y alimentar el miedo y la paranoia en las mujeres por el otro.

Por eso cabe preguntarse: ¿Es quien firma como "Æ" en esta página, un antifeminista? Por ahora, no.

Muchas de las personas de las que más admiro se consideran feministas, grandes personajes de la historia y de hoy. Sin embargo pretender que esto sea una excusa para poner al feminismo en un estándar sagrado es un terrible error. Seguiré con mi empeño de no juzgar a las personas feministas como individuos, pero al movimiento en sí, a rasgos generales, ya no me gastaré en defenderlo ni un poco, cuando su peor enemigo es el feminismo en sí mismo. Le corresponde al buen feminismo, al verdadero, manifestarse organizadamente y a gran escala en contra del hembrismo y la irracionalidad, y mientras no lo haga lo daré por muerto. Haré las críticas que tenga que hacer, ya que mientras el discurso mainstream del feminismo sea que los varones son violentos parásitos sociales, la defensa de los hombres y la búsqueda de compasión hacia ellos va a colisionar inexorablemente contra las personas que repiten esos esloganes. Sin embargo haré todo el énfasis posible en que la colisión sea entre ideas, no entre personas. De ninguna forma aprobaré que se incentive el tribalismo, y se termine creando el mismo monstruo que se intenta combatir. [β]

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